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Hasta hace poco, pensaba que los abortos eran algo contemporáneo,
hasta que leí que en la antigua Grecia (Atenas siglo V a.C.) ya se practicaban
los mismos. Un aborto es un ABORTO, en cualquier tiempo y lugar, es un
asesinato. Por medio de este delito, se está arrebatando a un ser aún no nacido
la oportunidad que a nosotros se nos fue dada: vivir.
El índice de embarazos no deseados a nivel mundial
ha aumentado considerablemente en los últimos años y nosotros,
los ecuatorianos, ocupamos nada más ni nada menos, que el segundo lugar en
Latinoamérica en esa escala. Tal vez la respuesta a esto no sea legalizar la
pastilla del día después. ¿Qué clase de mensaje le estamos dando a mi generación,
a nuestra juventud? Acaso es: Sigan divirtiéndose como conejitos, y luego si
cometen un error, no hay problema. Tómatela y ya está, “problema resuelto”.
Es increíble que algo tan pequeño pueda ser tan
poderoso. Una píldora, manejada como un juguete o un caramelo, porque eso es lo
que están haciendo los gobiernos de muchos países: regalarlas como en matiné. Ese
no es el ejemplo que yo quiero para mis hijos, ni para los hijos de mis amigos.
Raúl
Soria Delgado