¿Qué es ser Guayaquileño?





Llegar a una nueva ciudad y adaptarse a ella no es tarea fácil. Las ciudades están llenas de costumbres, tradiciones, palabras, comidas y hábitos ajenos en los cuales es complicado encajar. Personalmente, he pasado por esta situación varias veces y nunca me he sentido tan a gusto con un cambio de vida como cuando llegué a Guayaquil. Aunque no nací aquí, solo llevo 3 años viviendo en la ciudad, una gran parte de mi corazón le pertenece, y esto no es fácil de conseguir. El hecho de que una ciudad pueda enamorar a una persona en poco tiempo y hacerla sentir parte de ella, es extraordinario. Así aprendí que ser guayaquileño no es tener un papel que diga que nací aquí, ser guayaquileño es amar la ciudad, su gente y su cultura. Es vivir sus contrastes.

Es asombroso ver lo rápido que un extranjero se puede sentir parte de Guayaquil. Aquí es completamente normal que una mujer cocine algo y lo vaya a dejar a la casa de cada uno de sus vecinos, o que se organice una cangrejada y que todos estén invitados (los que se conocen para compartir un momento, y los que no, para conocerse y formar amistades). Recuerdo una vez que mi mamá estaba enferma y mis vecinas cocinaban para nosotros. Estas cosas no ocurren en todos lados, es un calor humano especial, algo que te hace sentir que perteneces aquí.

El guayaquileño mantiene un estilo de vida contrastante; ocupado y apresurado, pero relajado y tradicional al mismo tiempo. En el día todos andan apurados: los carros a exceso de velocidad y la gente que corre sudando, pero al parecer sin notar el clima a veces inaguantable que hay a su alrededor. Por lo contrario, en la noche, se ve una ciudad relajada. Habitantes tranquilos y apegados a lo tradicional. Una caminata en el malecón o en los parques, con un sabor a romanticismo porteño que yo consideraba ya olvidado, son acompañadas de un clima fresco perfecto para la noche. 

Estar en Guayaquil, es empezar los sábados y domingos con un encebollado, después de la “chupa” del día anterior. Amar la menestra, el seco de pollo, la guatita y el verde. Ir a la bahía, porque ahí se consigue todo y más barato, aunque seas un pelucón. Aguantar las farras de tus vecinos en la noche. Ver una iguana cruzando una calle en el centro totalmente transitada. Ser Guayaquileño es tomar la vida con humor, celebrarla. Es ser parte de la ciudad, amarla y vivirla tal como se presenta.

Juliana Sierra
5to. "A"



 “Tú eres perla que surgiste
del más grande e ignoto mar,
(…)
con tus bellas Guayaquil;
Guayaquil de mis ensueños.”
-Guayaquil de mis Amores, Julio Jaramillo.